miércoles, 16 de mayo de 2007

Atropello


Eres una pared latiendo frente a mí. Un corazón oscuro y expectante.
Tu respiración en mi cuello, tu piel en mi piel. Y la terrible necesidad de reducir aún más ésa distancia que en términos mentales resulta incalculable.
Tus ojos cerrados, tus rasgos distendidos bajo la luz pálida del faro: duermes.
La distancia crecía inconmensurablemente por la duda, la incertidumbre filosófica y espiritual que acongoja siempre a los débiles de corazón.
El movimiento del brazo en forma de caricia se mide en voluntad y no en Jules.
El contacto es eléctrico, nuclear, explosivo. Mato a todo un mundo con solo tocar tu piel, cientos de vidas perecen cuando respiro tu aroma. Cientos de miles de reacciones químicas recorren mi estructura. Corazón, estómago y cerebro sienten la descarga.
Entonces me detengo: cada dos milímetros de movimiento, cada dos palabras que escribo, cada respiración que tomo. Tomo un momento para esclarecer qué demonios estoy haciendo. A veces tomo demasiado tiempo, cuando continúo la marcha las cosas han cambiado: el aire me falta, lo que escribo carece de sentido, la persona a quien intentaba alcanzar ya no está ahí...

lunes, 16 de abril de 2007

Mecánica de los fluidos


No recuerdo cuándo fue la última vez que me masturbé pensando en ti, pero hoy, encerrado en la oscuridad de mi cuarto, decidí intentarlo nuevamente.

Pude evocar tu recuerdo por unos breves instantes, mientras mi pene adquiría mayor firmeza. Sin embargo, un millar de imágenes diversas comenzaron a anteponerse frente a tu imagen. Porciones de piel desnuda cubrían aquellas regiones tuyas que yo solo pude explorar por encima de la ropa, otorgándote todo tipo de atributos que vinieron a suplir a aquellos que desconozco.

Lo terrible fue que aquellas imágenes comenzaron también a cubrir tu rostro, tus manos, tus brazos, todo lo que intenté memorizar de ti pero que, al igual que un niño nervioso minutos antes de hacer un exámen, terminé olvidando por completo.

Al final, todos ésos pedazos de carne totalmente descontextualizados terminaron borrándote de la escena. Mi carne y yo somos débiles, así que no armé un escándalo y continué con la noble labor de autocomplacerme con el material del que mi mente pudo disponer.

Esperaba que tu rostro volviera tras el éxtasis del orgasmo y las contorsiones que aquél conlleva, pero no sé si lo estoy confundiendo con alguno salido de alguna película, una revista o de la vida real...

...no, de la vida real definitivamente no es...

Eclipse


Aspiro. El tabaco se enciende al interior del cigarrillo más lentamente que el papel en el que se encuentra envuelto. Un halo de luz naranja se forma y pretende iluminar el universo mientras, por encima, una luna blanca y brillante cambia mágicamente de color -ése color rojo que asustaba a mis antepasados- y allá, unos lunáticos (aunque ellos exigen ser llamados celenitas, pues piensan que la palabra "lunáticos" no los define del todo) se admiran ante el hecho de que el sol ha quedado eclipsado por la Tierra.

Bolita de plastilina


Ojalá que tu rostro fuese de plastilina. Lo tomaría con mis manos y lo amasaría hasta dejarlo de un sólo color. Tu cabeza quedaría como una esfera de color gris con tonos rojizos producto de tu moldeable sangre de plastilina.

Tus facciones que tanto me gustan quedarían desvanecidas en ésa superficie lisa y uniforme, podría olvidarme de ellas fácilmente... Pero no, entonces seguro me enamoraría de las marcas que dejaron mis manos en ti y de mis huellas dactilares que se alcanzan a distinguir aquí y allá...

miércoles, 11 de abril de 2007

Del amor hereje


Si me crucificaran por creer en tí y en tus manos encomendara mi espíritu, ¿también tu me abandonarías?